miércoles, 23 de marzo de 2011

El tratado de versalles


 

Acuerdo de paz firmado, tras la conclusión de la I Guerra Mundial, entre Alemania y las potencias aliadas vencedoras el 28 de junio de 1919 en la galería de los Espejos del palacio de Versalles, próximo a París. Fue negociado durante la conferencia de paz celebrada en Versalles, que comenzó el 18 de enero de 1919.

      
       En ella participaron Estados Unidos (representada por su presidente, Thomas Woodrow Wilson), Gran Bretaña (con su primer ministro, David Lloyd George, al frente de la delegación), Francia (representada por su primer ministro, Georges Clemenceau) e Italia (con su jefe de gobierno, Vittorio Emanuele Orlando, a la cabeza de la delegación, si bien su ministro de Asuntos Exteriores, Giorgio Sonnino, se ocupó de representar a su país en momentos clave). Alemania, que había adoptado un régimen republicano (la llamada República de Weimar) tras la disolución del II Imperio Alemán al final de la guerra, quedó excluida de las conversaciones.

                                                                   
De izquierda a derecha, el primer ministro británico Lloyd George, el ministro de Asuntos Exteriores italiano Giorgio Sonnino, el jefe de gobierno francés Georges Clemenceau y el presidente de Estados Unidos Thomas Woodrow Wilson.

La enumeración de los principales puntos del Tratado de Versalles da una idea del rigor con que las potencias vencedoras impusieron su mandato.

1) Alemania perdió el derecho de poseer un ejército, excepto 90.000 soldados y 4.000 oficiales; los efectivos eran alistados por el término de doce años y, si alguno de ellos moría durante ese lapso, no podía ser reemplazado; se eliminaba también el estado mayor; quedaba suprimida la artillería pesada, la aviación militar y se debían desmantelar todas las fortalezas y los puertos militares; se prohibía la fabricación de armas y se establecían comisiones aliadas de contralor.

2) Sólo se permitía a Alemania conservar seis cruceros de 10.000 toneladas cada uno, igual cantidad de 6.000 toneladas, doce destructores y doce cañoneras; quedaba suprimida la flota submarina; los puertos marítimos, así como también los ríos Danubio, Rin, Elba y Oder eran declarados abiertos a las naves de las potencias aliadas, sin que fuera necesario el permiso de Alemania.

3) Alemania resignaba todas sus colonias sin excepción y quedaba prohibida la construcción de cualquier clase de fortificaciones en la orilla izquierda del Rin v en un franja de 50 kilómetros al este del mismo río. De tal manera, el país quedaba a merced de cualquier potencia de segundo orden, como Polonia o Checoslovaquia. La existencia de Alemania ya ni dependía de sí misma, sino de la voluntad de los otros.

       En cuanto a las pérdidas territoriales. Alsacia y Lorena se anexionaban a Francia que, además, ocupaba por 15 años la región del Sarre. Luego de este período, se decidiría por plebiscito a quién pertenecería en el futuro ese territorio. Si el Sarre volvía a Alemania, ésta debía indemnizar a Francia en divisas oro por la restitución de los yacimientos carboníferos allí existentes. Polonia recibía una parte de la Alta Silesia (otros distritos pasaban a Checoslovaquia), Posdan, casi toda la Prusia Occidental y algunos distritos de la Pomerania. Danzig era declarada ciudad libre. Entre Francia y el Imperio Británico se repartían todas las colonias de Alemania. La primera recibía casi todo el Camerún y gran parte del Togo; Inglaterra tomaba posesión de África Oriental y Occidental, las partes restantes del Togo y Camerún, las islas Samoa y de Nueva Guinea Las pérdidas constituían alrededor del 17 por ciento del territorio europeo alemán.
    
       Por otros puntos del tratado, Alemania entregaba toda su flota mercante de calado superior a las 1.600 toneladas, la mitad de las naves de calado inferior, el 25 por ciento de los pesqueros y el 120 por ciento de las embarcaciones fluviales. Además, se comprometía por el término de cinco años a entregar anualmente una parte de los nuevos barcos que construya. Debía suministrar durante diez años más de 40 millones de toneladas de carbón a los aliados; entregaba a Francia y a Bélgica 371.000 cabezas de ganado, de las que 141.000 eran vacas lecheras. En la posguerra, esta imposición resultaba particularmente dolorosa. Todavía antes de conocer el monto exacto, debía comprometerse a abonar cualquier suma de dinero que le fuera exigida antes del 1° de mayo de 1921. Alemania aceptaba conceder a las potencias victoriosas la cláusula de nación más favorecida en las tarifas aduaneras, sin ningún tipo de reciprocidad.

Mapa de Alemania (1919) en el que se muestra sus pérdidas territoriales en Europa
Recomendación: Guarda la imagen para observar mejor el mapa
        El Tratado de Versalles, que llena un grueso volumen de exigencias, ponía como garantía de cumplimiento la ocupación por quince años de todo el territorio alemán situado a lo largo de la orilla izquierda del Rin. Los gastos de mantenimiento de las tropas aliadas asignadas a esta función corrían a cargo de Alemania, por supuesto. La violación de cualquiera de las cláusulas del tratado, importaba para Alemania duras sanciones adicionales. Se formó una Comisión de Reparaciones, que tenía poder para realizar allanamientos, registros e investigaciones en cualquier momento y lugar. Según una lista que presentaría la Entente, debían entregarse a los aliados a todas aquellas personas que habían violado el derecho internacional. En este sentido, se hacía a Alemania única responsable de la guerra.

    "Somos condenados no sólo a la impotencia política, sino también a la ruina económica y a la servidumbre", dijo un representante germano. Ni bien se tomó conocimiento en Alemania de las condiciones del Tratado, se decretó una semana de luto nacional, a la vez que se realizaban demostraciones contra la firma. Pero Clemenceau no cedió en nada importante. Sabía que no podían oponerse a su mandato. En el Weimar se vivía el más grande abatimiento. El primer ministro Scheidemann dimitió el 21 de junio y fue designado jefe del gabinete el socialdemócrata Bauer. Un día después la Asamblea Nacional de Weimar votó sobre la firma del Tratado: por 237 votos contra 138 se resolvió acatar el mandato de los vencedores haciendo dos reservas: se negaba a reconocerse como única responsable de la guerra y se negaba a entregar a la Entente a sus ciudadanos acusados de crímenes contra el derecho internacional. Clemenceau replicó que no se aceptaba ninguna concesión. Así, tal como fue establecido por los aliados, se firmó el tratado el 28 de junio de 1919, en Versalles.

Mapa de Europa (1923) en el que se muestran los cambios territoriales ocurridos como consecuencia de la Primera
Guerra Mundial

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